14 de febrero. La acción de las feministas en París.

Psychologue Clinicienne / Psychotérapeute à Estavar

14 de febrero. La acción de las feministas en París.

Artículo de Elisenda Navinés publicado en le journal El Bourricot marzo 2020.

¡¡¡¡NO AL AMOR HASTA LA MUERTE!!!!

¡¡¡¡¡NO SE MATA NUNCA POR AMOR!!!!!

¡¡¡PARA LO MEJOR Y NO PARA LO PEOR!!!

El 14 de febrero de este año, han sido oído gritos de desesperación contra la violencia conyugal en el Pont des amoreux en París. Las feministas han hablado para denunciar que cada dos días una mujer es asesinada.  Un grupo de mujeres han escrito frases en mayúsculas y en color negro en la propia piel.  Han elegido el Día de San Valentín para hacerlo y ser la voz de todas las mujeres que mueren asesinadas por su pareja. Se han encadenado como símbolo de cómo las mujeres se sienten por la violencia psíquica y física, para decir que las cadenas que unen al maltratador se pueden romper con ayuda, ya que solas no pueden.  Traen corazones rojos que simbolizan el amor y corazones negros para simbolizar cuando el amor desaparece y llega la muerte. También flores rojas que simbolizan el amor en la vida y la pena y dolor de la pérdida por las fallecidas.

Exigen para aliviar tanta violencia más acciones por parte de los Estados.

Es una alerta para todas las mujeres que se enamoran y son presas del dominio machista para que reaccionen antes de los primeros signos de alarma, como gritos, exceso de celos, insultos, desprecio, sexo forzado, etc…

La acción es valiente y desgarradora, pero desafortunadamente no lo suficiente como para influir para que esta desafortunada realidad cambie.

Creo firmemente que la causa de la violencia contra las mujeres está en el ego siempre presente el dominio ancestral del hombre hacia las mujeres, así como de los fuertes hacia los débiles, de lo legítimo respecto de lo supuestamente ilegítimo, de los valores que se reconocen delante de los que no lo son.

Siempre ha habido violencia y mal trato para mujeres y niños, refugiados y enfermos, personas de otras etnias y diferentes preferencias sexuales…. En resumen, el derecho a castigar y herir a quien no hace lo que creo que debe hacer y que tiende a coincidir con una cultura y una educación que no defiende suficientemente los derechos legítimos de TODOS. Todos tenemos derecho a ser defendidos en nuestras necesidades más básicas y todos tenemos derecho a ser defendidos, incluso si estamos frente alguien diferente en algo.

Poder viene del latín «Possum» que significa ser capaz, tener fuerza para el dominio o posesión de un objeto físico o específico, para tener influencia, para imponer. Para Michel Foucault, en su libro «Palabras y cosas», nos dice que, si queremos entender que es poder, es necesario analizar el discurso que fascina, aterroriza e inmoviliza, justo lo que vemos cuando un hombre somete a su pareja a temer cualquier (falsa)autoridad que le permita infligir tanto un mal psíquico como físico en su cuerpo.

Cualquier educación que no garantice la igualdad para todos, facilita el discurso de que, si tengo más poder que tú, tengo derecho a reprimir o no escuchar lo que puedes defender, decir o hacer, porque tendré una autoridad de que la sociedad a la que pertenezco aprueba. Es por esto que Foucault dice que la ley no está hecha para impedir algún tipo de comportamiento, sino para distinguir las diferentes formas en que la ley puede ser violada.

Ejemplo: El 3 de marzo, Ursula von der LEYEN, presidenta (UNA MUJER), de la Comisión Europea ha dicho desde la frontera de Grecia con Turquía. «Agradezco a Grecia ser el escudo europeo en estos tiempos», precisamente cuando Grecia ha suspendido durante un mes los derechos de los refugiados a solicitar asilo, violando el derecho internacional según «ACNUR» (Agencia de la ONU para los refugiados) y ha anunciado el mandato de maniobras militares, con fuego real en la isla de Lesbos) para impedir la entrada de inmigrantes.

Esta muy bien que se impongan medidas para quienes hayan osado maltratar con violencia a su pareja o expareja, pero estamos constantemente viendo que cuando la mujer denuncia, debe pasar por un interrogatorio policial donde la sospecha de que con su conducta o manera de vestirse ha propiciado el acoso, se hacen presente.   Y así es como se ejerce y se sufre de nuevo la violencia y como de paso el acto delictivo no tiene efecto. O también el gran número de mujeres que mueren en manos de sus parejas o exparejas que ya han sido denunciadas antes y de nada ha servido hacerlo.  No quiero decir que no se tenga que denunciar. Lo que quiero decir es que denunciar el maltrato no es suficiente. Lo que se necesita es acabar con  la creencia de que la mujer es inferior al hombre y esto no se cambia consintiendo salariados más bajos, o no reconociendo a la mujer lo suficiente en la vida política con el mismo potencial entre otros. Por no hablar de la discriminación y la explotación total que la mujer sufre en el resto del mundo sólo para ser mujer. Algunos de los datos del organismo ONU Mujeres 2019 nos dicen que:

  • Más de la mitad de las personas que viven con menos de 1,9 dólares al día son mujeres.
  • En todo el mundo, las mujeres representan sólo el 13% del total de los propietarios de tierras agrícolas.
  • Una de cada tres mujeres en el mundo corre el riesgo de sufrir violencia en algún momento de su vida solo por ser mujer.

El poder de tener más derecho a otro se manifiesta en todas partes. En colegios, universidades, fábricas, prisiones… Hasta que no cambiemos esto a nivel educativo seguiremos colaborando para que también dentro de las familias se prolongue este fallo que contribuye en gran medida a un mayor riesgo de patologías mentales y trastornos del comportamiento.

La violencia ejercida sobre el cuerpo de alguien más débil es patológica. La persona que ejerce esta violencia no controla adecuadamente las emociones y la ira tiene lugar y se desboca.  Somos la respuesta a la genética y los ancestros de nuestros padres inscritos en la transmisión sutil de traumatismos psíquicos que no se han resuelto, de la educación recibida y de nuestra propia capacidad de resiliencia. Cualquier respuesta que deba ser de compasión, ternura, consuelo o solidaridad y que, en cambio, se traduce en desprecio, rabia, ira o violencia es sinónimo de enfermedad mental o trastorno del comportamiento. Cualquier respuesta que genere maltrato violento debe ser tratada.

Creo con convicción que debemos erradicar de nuestra cultura el premio al más fuerte en todos los ámbitos, porque lo que se logra con esto fortalece el ego y el ego siempre se alimenta de la falsa creencia de que tengo más poder y derecho que otro. Sólo podemos ayudar a fortalecer valores como la empatía, la compasión y perdón mediante el respeto y la igualdad. Sólo podemos amar al otro si es visto y sentido como un igual. Si amo al otro como diferente a mí seré capaz de imaginar lo que este otro puede sentir, pero aún mejor si el dolor que imagino en otro lo siento como propio. Esto no es el resultado de la moral, ni de las normas y los códigos éticos. Lo que digo no está lejos de ese mensaje ancestral que nadie hace caso y que decía «ama a tu enemigo como a ti mismo»………..

Todos hemos participado en la sociedad que tenemos.  Siempre que con nuestros ojos hemos visto injusticias y no hemos hecho nada para evitarlas hemos contribuido a que tengan lugar.  Ayudar a sostener a los débiles, a los feos, a los que pertenecen a otra etnia, a los enfermos, a los que sufren de exclusión social y a otros necesitados, tendrían que ser siempre la respuesta de todos. El que es cruel, pero tiene un alto cargo, el prepotente, el guapo, el rico y poderoso tienen más oportunidades, aunque a menudo los mejores valores humanos brillan por su ausencia.

Nuestras sociedades democráticas están enfermas de tanta hipocresía. El tráfico y la explotación sexual de mujeres, niños y niñas no sólo se dan solo en lugares lejanos. Existen campos de refugiados y muros en diferentes países europeos están bien cerca. La indiferencia para los miles de refugiados que mueren en nuestro mar y que sobreviven en los campos, es cada día que pasa cada vez más vergonzoso.

Defendamos y eduquemos en los valores humanos y en los derechos de todos con sensibilidad y coherencia y estaremos más cerca de una sociedad más justa para defender siempre y en todas las circunstancias la dignidad del otro y más alejados de todo tipo de abusos porque nada justifica tratar el otro peor que un objeto que puedo romper cuando ya no me sirve.

Seamos capaces de reconocer que lo que no va bien en mí y que me hace sufrir, así podré ver que es lo que proyectamos en el otro y que realmente me pertenece sólo a mí.

 

¡¡¡¡¡NO MAS VIOLENCIA HACIA LAS MUJERES!!!!!         Pero también

¡¡¡BASTA DE VIOLENCIA CONTRA LOS NECESITADOS Y EXCLUIDOS !!! porque es en estos colectivos donde las niñas y las mujeres tienen mucho más riesgo de abuso sexual.

Para concluir este artículo, he elegido una historia que ilustra muy bien mi pensamiento del libro. «Nuestro cuerpo no miente» De la psicóloga Alice MILLER.

 

«Mari, una niña de siete años, se niega a ir a la escuela para que la maestra la pegó. Su madre, Flora, está desesperada, por qué no puede obligarla a ir. A ella nunca la golpearon.  Flora   fue a ver a la profesora para pedirle que se disculpara. La profesor profesora replicó: ¿Dónde vamos a ir a parar si el maestro tiene que de disculparse con el alumno? merecía los golpes porque no me escuchaba cuando yo hablaba. Flora respondió con calma: «Un niño que en algún momento no escucha, puede ser debido a que tenga miedo de su voz o a la expresión de su cara. Golpearla sólo aumentará su miedo. En lugar de golpearla, usted tiene que hablar con ella, ganar su confianza y de esta manera, calmar su tensión y ansiedad.»

De repente, los ojos de la profesora se llenaron de lágrimas, se sintió afligida en la silla y murmuró: «En mi infancia, yo sólo conocí los golpes, nadie me habló. Todavía puedo oír hoy a mi madre gritando: «No estás escuchando, ¿qué voy a hacer de ti?»

Flora se emocionó. Fue a verla con la intención de decirle que el castigo corporal en la escuela está prohibido de hace ya mucho tiempo y presentar una queja. Y ahora estaba frente a un ser humano vulnerable. Finalmente, las dos mujeres se pusieron de acuerdo para restaurar la confianza de la pequeña María. La profesora se ofreció para disculparse con Mari cosa que hizo por su cuenta poco después. Le dijo a María que ya no debía tenerle más miedo, porque no solo está prohibido pegar a los alumnos, también había cometido una mala acción, y que, por lo tanto, ella tenía todo el derecho a quejarse. Así fue como María se dio cuenta de que todos los adultos pueden actuar incorrectamente, incluidos los maestros.

Desde entonces, Mari vuelve a ir a la escuela contenta, incluso tiene simpatía por esta mujer que tuvo el valor de admitir su culpabilidad. También entendió que las emociones de las personas mayores dependen de su propia historia y que nada tiene que ver con el comportamiento de los niños. También entendió que no tenía por qué sentirse culpable cuando su comportamiento e impotencia pudiese despertar una fuerte emoción en el adulto. Incluido que pudiera llegar a ser inculpada.  Te he pegado porque…).

A diferencia de muchas personas, un niño que haya pasado por una experiencia como la de Marí, no se sentirá responsable de las emociones de los demás.».

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